16.5.10

La cita

Un momento de arrepentimiento, o una emergencia, y la cita deja de ser. Las voluntades que anteriormente se habían alineado dejan de estarlo.

Creo que hubiera pedido una cerveza, sobretodo porque afuera estaba lloviendo, quizá si el clima hubiera estado mas tranquilo hubiera pedido una copa de vino blanco. Muy seco. Creo que ibas a pedir un Gin and Tonic, al parecer eso es lo que toman las mujeres por aqui, pero me hubieras sorprendido de pedir un whiskey.

Las primeras palabras, esas que se olvidarán seguramente fueron nerviosamente dichas. Pero eso no importa ahora. Importa que vivas cerca de mi casa, o yo de la tuya. El amor no aguanta tanto tráfico y no hay suficientes cafés para siempre verse a la mitad del camino. Importa también que tu abuelo era un Rumano que partió a buscar fortuna en Argentina, importa que desapareció, mas bien lo desaparecieron por sus simpatias comunistas. Es increible lo que puede la ignorancia, es claro que a los ojos nacionalistas procapitalistas alquien que viniera de Rumania solo podía querer instaurar una dictadura socialista. Importa que tu abuela salió de Argentina con ocho meses de embarazo. Importa que salió en barco y que tu madre nació a bordo, en plenas aguas internacionales.

Por mi parte escucho atento, o hubiera escuchado atento tu historia, estoy seguro. Lo que no sé, quizá lo averigüe mas adelante, es si te iba escuchar mientras me sentía hipnotizado por tus labios o por tus ojos, o si simplemente te iba a escuchar. Me hubiera gustado estar hipnotizado por tus labios. Sentir el impulso de querer besarte. Sé que las persecuciones políticas no deberían mezclarse con las ganas de besar, pero yo no sabía que después de las primeras palabras, cuando tenía todavía la entereza para mirar solo tus ojos, vendría la historia del abuelo Rumano.

Mi vaso de cerveza y tu Gin and Tonic se mantienen cuello a cuello. Todavía flota un hielo en tu bebida, o quizá ya no flotaría ningún hielo, no no, ahi está el hielo. Cerveza, vaso, labios besables, demasiada coordinación se me demanda como para prestarle atención al hielo. Quizá si usasemos el hielo... no no, esa no es esta cita, al menos no lo es todavía.

Te hubiera platicado de la playa, de las olas, de la vez que estuve a punto de ahogarme cuando después de revolcarme a la ola se le ocurrió que era buena idea sacarme la playera y dejarme con las manos atadas para que no pudiera yo bracear hacia la superficie. También te hubiera contado de la vez que hundí un catamarán, no fue a propósito, pero yo llevaba el timón antes del accidente.

Plática y mas plática.

Pero es hora de decir adiós, es hora de abandonarlo todo, se que no es cierto que estés aqui, que no hay cita, que nunca llegaste al bar, es hora de dormir, quizá mañana despierte en ese universo paralelo donde duermes a mi lado y pueda entonces besarte como esa noche, en el bar, después de nuestra primera cita.

2 comentarios:

Alice dijo...

Alejate de las mujeres que toman ginebra .

Anónimo dijo...

Me gustan tus historias, tienen personalidad e inteligencia. Sin embargo, creo que, a veces, descuidas detalles importantes de redaccion.
Un abrazo