8.4.12

La validación del yo

Este fin de semana estuvo lleno de momentos complicados. Ninguno significativo por si mismo, pero un conjunto complejo. De hecho no de manera externa, sino interna.

Momentos de reflexión sobre la validez del yo y la construcción del yo.

Resulta que hace algunos meses (varios, de esos que cuando los juntas son mas años que meses, pero no son tantos años como para hablar de años, dejemoslo en año y medio, pero la realidad es que no me acuerdo tan bien) me encontré con un artículo hacerca de metal. Música de dicho género. Y de todas las bandas que se listaban en dicho artículo baje algunas rolas, y se perdieron entre el mar de música que inhunda mi computadora. Y salían a la superficie de vez en cuando. Lo interesante de eso es que de repente entre toda la música que ya conoces aparece música que no conoces, pero que suena bien. Y asi entro en mi vida Amon Amarth, vayan a buscarlo y escuchenlos, rockean durisimo.

Y pues buscando en la red me encontré con que tocaban ayer, y me fui a comprar boletos y tocaron y estuvo chido: Muy.

Previo a esta escena el día anterior me fui a comer solo, previo a esa escena en la mañana nadé junto con unos triatletistas y monté en bicicleta, previo a eso me desperté a las cuatro y media de la mañana para llevar a buen término ese plan. Previo a eso estuve tocando la batería del rock band en casa de una amiga. Previo a todo esto comí pizza.

Pero regresemos al momento del concierto.

Terminando el concierto, fui y me compré una playera. La playera tiene en el frente una calavera con un casco vikingo gritando, es negra de manga larga y tiene llamas en las mangas. Por la parte posterior vienen las fechas de la gira que dieron por el sur del continente.

Y entonces terminó el concierto y estaba yo invitado a unirme a la celebración del cumpleaños de la esposa del hermano de un gran amigo.

Dicha fiesta estaba planeada para llevarse a cabo en un antro en Polanco, uno de esos lugares que yo pensé que ya no existían, pista de baile, meseros, cadeneros y gente disfrazada para entrar.

Yo iba con el disfraz equivocado para la ocasión. Pero eso no es lo importante, lo importante es lo siguiente:

Cuando tenía yo la mitad de la edad que tengo ahora, ir a lugares como esos es lo que se tenía que hacer para poder encajar socialmente, al menos asi era en la preparatoria en la que estaba inscrito. La banda se ponía traje, o camisa o algo y se iba a parar frente a la puerta para rogar que lo dejaran entrar. Habitualmente había que esperar unas 3 horas en la puerta antes de que se dignaran dejarlo a uno entrar. Todo se resolvía más rápido con dinero, del que yo no tenía. Y la sensación que siempre tuve es de no saber como comportarme en un lugar asi.

Lo mio siempre fueron más las playeras no las camisas, los jeans y no los pantalones de vestir, los tenis y no los zapatos. Con el tiempo me he vuelto más relajado al respecto, lease me puedo poner zapatos, pantalones y camisa sin sentir que se me va a caer la piel, pero me sigue costando trabajo la necesidad de disfrazarse para los demás.

Aún asi, años después me sigue costando trabajo la idea de que existan lugares que te requieren vestido de cierto modo, siento que colectivamente deberíamos de negarnos a aceptar eso, pero es claro que el problema es mio, que lo estoy viendo desde dentro de mi cuarto privado de proyección. Quizá justo el encanto de esos lugares es ir y ver pura gente disfrazada y sentir pertenencia.

Hace mucho tiempo que sentir pertenencia es algo que me cuesta trabajo, no me siento pertenecer a ningún pais, a ninguna religión, a ningún partido político, a ninguna asociación, no soy darks, ni gótico, ni emo, ni grunge, ni progre, ni techno, ni nada.

Pero creo que hay una excepción, le pertenezco a mis amigos, son ellos mi lugar y el sitio en el universo donde puedo ser. Pero este fin de semana sentí que aún en ese espacio particular requiero no estar por momentos.

El asunto es que hay días en que el yo no tiene ninguna validez externa, ¿cómo se puede ir a un concierto de metal nórdico y a un antro el mismo día?, ¿que dirían los metaleros de corazón o los antreros de espíritu? ¿cómo se pasa de nadar en un río por la mañana a comerse media vaca por la tarde? ¿Quién es el juez último de la validez de las decisiones tomadas? ¿De las frases dichas o pensadas?

El final de la semana se clausuró con cine: Blue Valentine, las historias contadas en paralelo sobre el inicio y el final de una pareja. Y me quedé pensando en las presiones sociales que rigen nuestro comportamiento, en la felicidad adosada a conceptos que pueden o no servirte. Una patria, una pareja, un club de futbol. Y si te unes a uno de esos clubs y todo funciona entonces tu yo tendrá la validez externa, y si te unes a un club y no funciona, no la tendrás. Pero nada garantiza que si te unes a un club habrá validez en tu yo. Todo es un juicio a posteriori.

Asi que heme aqui terminando el fin de semana, reflexionando sobre la validez del yo y la trampa que es validarlo desde dentro y la trampa que es validarlo desde fuera.

No hay manera de validar al yo, el yo existe. El yo que existe en mi me gusta, aún cuando no siempre sea fácil lidiar con la ausencia de validaciones externas.