23.5.10

Julieta

Anoche soñe con Julieta. En el sueño ella era médico cosa que no es en la vida real. Anoche también soñe con Paula. Llevaba peluca güera. Jamás he visto que tenga nada parecido en la vida real.

Julieta dejó el banco donde estaba y se dirigió hacia la cocina. Ahí junto a la puerta tomó un pequeño cantaro en el que dejaban el agua en su casa para que respirara y me sirvió un vaso. El agua estaba fresca y tenía justo ese sabor que tiene el agua cuando se conserva en un recipiente de barro. Se volvió a sentar en el banco, solo que ahora lo hacía como montandolo, una pierna a cada lado, no como antes que tenía las dos al frente.

Los vestidos de colores siempre fueron muy de Paula, bueno no, no exactamente, pero creo que si se le veían bien. Dos veces creo se lo comenté. Claramente mi opinión no alteró sus costumbres puesto que no ví que se los pusiera mas seguido, como hubiera sido el caso si mi comentario hubiese hecho mella en ella.

A diferencia de la casa de Julieta en la que pasé muchas tardes y algunas noches, la casa de Paula solo la visité una vez. No la puedo evocar en mi memoria, un patio y ventanas es lo único que aparece en mi mente. En casa de Julieta en cambio había un cuarto lleno de libros de donde muchas veces salía la voz de Pablo Milanés que cantaba sus canciones de lucha y socialismo, de belleza y amor. En ese cuarto también hubo alcohol y estoy seguro que hubo besos, pero ninguno de ellos fue mio.

Paula y yo nos besamos por aburrimiento quizá, los temas interesantes de plática se habían ya agotado y no encontramos nada mejor que hacer con nuestras lenguas que evaluar su mutua textura y sabor. También conocimos su temperatura y mientras estabamos en ello igual supimos que demasiado ímpetu equivale a un dientazo.

Julieta me hablaba de danza y política, aunque en mi sueño de anoche me hablara de niños enfermos. Solía burlarse del cliché aquel que dice que los políticos deberían resolver sus conflictos en un rin de boxeo diciendo que la unica manera real de lograr la paz mundial era poner a todos en mallones y conseguir que montaran el lago de los cisnes, o mejor aún decía mientras reía, una de esas danzas mahoris donde todo el mundo se golpea el pecho con las palmas.

Paula prefería los jueves a otros días de la semana. Decía que era el único día en que se sentía agusto. Ayer en mi sueño Paula me fue a buscar al interior de un cine. Uno de esos cines antiguos, de grandes bovedas y pantallas plateadas detrás de pesadas cortinas rojas. No creo que hubiera nadie más en la sala, pero Paula actuaba como si fuera espia durante la segunda guerra mundial.

Julieta y yo solíamos abrazarnos fuertemente cada vez que nos veíamos. Anoche sin embargo, durante mi sueño, me besó. Un beso dulce tranquilizador.

No sé que partes de mi vida se despertaron anoche en el sueño. Pero ni el destino actual de Paula ni el de Julieta se parecen en nada a mis memorias de nuestro pasado.

Un poco de agua fresca, de esa que se guarda en un cantaro me vendría bien ahorita.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hace tiempo que no te leía. Lamento mucho algunos acontecimientos del anio pasado y no tengo que decir nada mas que eres un hombre maravilloso, y que afortunadamente la vida pasa y trae sorpresas insospechadas que nos regresan la adicción por la vida.

Con mucho carinio: Rosalba y los llaveros