5.3.07

Novela.

Hace mas de un año comencé a escribir una novela. Está incompleta (muy incompleta) pero esté es el primer capítulo.

Dejenme saber si creen que vale la pena agendarle una media hora diaria a seguir desarrollandola.

Despertar.

Elena se despertó en el momento exacto en el que Jorge, su marido, experimentaba el mejor orgasmo de su vida. Elena abrió los ojos y vio el techo parcialmente interrumpido por un patrón de flores azul con verde. Durante algunos instantes Elena prosiguió inmóvil, el ruido del aire pasando al lado de algunos mocos secos era el único indicio de vida en la habitación. Pasó aún un poco mas de tiempo, algunos segundos, quizá fueron diez segundos, pero no había nadie ahí para comprobarlo, cuando el primer impulso consciente se formo dentro de Elena. Era una indicación motora simple. Voltea la cabeza hacia la derecha. Aun cuando su cerebro no la formuló directamente como una orden su cuello entendió. Elena volteó hacia la derecha y esto perturbo un poco el sonido de su nariz. Con el cambio de posición de la cabeza uno de los mocos que se hallaba únicamente sostenido por un pequeño pedúnculo se desplazó interrumpiendo el paso del aire. Elena volteó nuevamente la cabeza hacia el techo e inspiró con fuerza. El moco ofensor terminó en el fondo de la garganta. Elena tragó. Nuevamente se repitió la primera orden motora del día. Gira la cabeza hacia la derecha. Solo que en esta ocasión venía aderezada con un comentario puntual. ¿Que hora es?

El reloj marcaba las 5:54. Debido a la ausencia de luz en la habitación Elena automáticamente asumió que eran las 5:54 de la mañana. Como en tantas otras ocasiones su cerebro le respondía como era debido. De la misma manera que todo el mundo espera que le funcione el cerebro. Bien. Elena le devolvió su atención al techo. El patrón floral había desaparecido. Ahora solo le cubría del cuello hacia abajo. Se pregunto por que la gente decía del cuello hacia abajo si se encontraba acostada y abajo en el sentido literal era un absurdo. Además no recordaba nunca haberse cubierto con una sábana del cuello para abajo. Las ideas y el lenguaje no siempre guardan una relación lógica. Mientras miraba al techo una serie de imágenes, regadera, ropa, radio, música, se sucedieron unas a otras sin siquiera tocar sus retinas. ¿Domingo?, ¿Lunes?, ¿Miércoles?, ¿Qué día fue ayer? Martes, si ayer fue martes. Ayer hubo que llamar al plomero para que arreglara la tarja de la cocina. Ayer el plomero dijo que no podía sino hasta el jueves. El plomero estaba borracho. Un plomero previsor, sabía que no se iba a levantar en todo el miércoles, no hay por que quedar mal con la clientela. Mientras tanto que la tarja siga goteando. Una gota cada 2 segundos, ocho litros y medio de agua gastados antes de que llegue el plomero. Quizá debería poner una cubeta debajo de la gotera, guardarle el agua al plomero para su cruda, curarle la deshidratación.

Miércoles 5:58, de la mañana. Tres minutos despierta. Hoy en particular ha despertado de buen humor. Algún sueño que no recuerda o tal vez la práctica que dan los años. Lleva despertándose los últimos 29 años de su vida. No recuerda la primera vez que se despertó, nadie lo recuerda, no la primera vez que se despertó Elena, de esa vez se acuerda su madre, nadie recuerda la primera vez que se despierta el mismo. Algún día tenemos un primer recuerdo, una imagen borrosa, la casa de la abuela, la sonrisa de alguien, una primera imagen que recordamos como nuestra primera memoria despiertos. Elena no conoce a nadie que haya dicho que su primer recuerdo sea un sueño. El primer recuerdo de todos es siempre un momento despierto. Pero después de ese primer recuerdo, el siguiente recuerdo es de un año mas tarde. Elena no durmió un año, pero como si lo hubiera hecho. Como si lo hubiera hecho y al despertar únicamente recordara la borrosa casa de la abuela, como si hubiera sido parte de su sueño. Elena recuerda haberse despertado gritando, y al abrir los ojos sentir que los monstruos de sus sueños la perseguían hasta el mundo real. Diez segundos de gritos desaforados. Las luces de su cuarto le hieren los ojos y su madre se acerca y la abraza. Elena también se ha despertado de malas. Domingos enteros desperdiciados por un sueño interrumpido. Pero ahora Elena se ha despertado de buenas. Imagina que será un buen día.

Elena se sienta en el borde de la cama, las manos cada una se sostiene del borde del colchón. Los dedos perpendiculares al piso aprietan un poco la costura. Elena baja la cabeza y de reojo vuelve a ver el reloj. Sin embargo en esta ocasión la hora no llama su atención. La distrae en la penumbra el marco que contiene la foto de Jorge junto con ella en una playa cuyo nombre es incapaz de recordar justo en este momento. Aunque la imagen es invisible sin luz, ella la recuerda, la sabe de memoria, nunca ha intentado aprendérsela, nunca fue una tarea escolar, nunca fue una cancioncita de la tele y sin embargo se la sabe. El esta parado a su derecha. El día de la foto Jorge estaba parado a su izquierda. La izquierda del mundo real es la derecha de la foto. Imprimieron el rollo volteado. Al fondo se observa un letrero, y como si se leyera a través del retrovisor del coche, "ajemla al" latsoh, hostal "la almeja", una imagen irreal e inexistente de un lugar existente. Jorge sonríe, siempre sonríe en las fotos. En este momento sonríe también, pero no hay nadie para tomarle una foto. Bermudas y una playera tipo Polo él, shorts de mezclilla y un bikini ella. Las cabezas de los dos se tocan al centro de la foto. Elena también sonríe.

La luz de la lámpara que se encuentra en el buró hace que la imagen aparezca. Y, como en la imagen en su memoria, Jorge sonríe y Elena sonríe. El bikini verde. Elena se quitó el bikini verde esa noche después de haberse metido al mar y ser revolcada un par de veces. Toda la arena que se había acumulado entre la tela y su piel habían provocado que esta última se irritara. La piel justo al rededor de sus pezones estaba particularmente irritada. Mientras se quitaba la arena en la regadera la piel hipersensible le provocaba sentimientos encontrados. El primer roce era doloroso, sin embargo, quedaba una sensación de calor muy reconfortante, casi placentera. Pensar en ese placer estremeció de nuevo a Elena. La idea de placer le provocaba sentimientos encontrados. Placer y dolor, esa dualidad la habían perseguido toda su vida.

Elena aprovecho el momento en que sus recuerdos se detuvieron para levantarse de la cama. Una ojeada furtiva le recordó que el espacio de la cama que se encontraba mas frío era el que le tocaba a Jorge. A diferencia de la realidad de la foto, donde Jorge se colocaba a la izquierda, en la realidad de la cama Jorge se colocaba a la derecha. Jorge había tenido que salir durante la madrugada. Elena lo recordaba vagamente, como si fuera su primer recuerdo y un año hubiera pasado antes de la imagen del techo y las flores. Conforme caminó hacia el baño la imagen de Jorge levantándose en la madrugada empezó a acercarse en el tiempo. Y justo detrás de esta imagen apareció la imagen de la noche anterior. No quería esa imagen en su mente. Hoy va a ser un buen día.

Recordó a Jorge mencionar la palabra cirugía. Maldita la hora que se ofreció a cubrir las emergencias del Dr. Longoria. Si, los primeros años eran los mas difíciles, si, hacerse de una clientela era importante, si, ese dinero extra pagaba algunos lujos menores, si, ese dinero los iba a regresar a la playa este año. La arena en el traje de baño. Un pequeño precio que pagar.

El apagador del baño se encontraba justo a 3.57 cm de la perilla de la puerta cuando esta se encontraba completamente paralela a pared. Elena abrió la puerta, la luz de la lámpara del buró levemente iluminaban las bragas que se encontraban colgadas de la regadera. A Jorge le molestaba que ella colgara sus calzones en la regadera, pero era una costumbre imposible de deshacer. Su padre había sido muy claro. Las mujeres deben siempre de lavar su ropa interior a mano. Claro que siempre no siempre fue siempre. Siempre empezó el primer día del sangrado. Hasta ese día los calzones se lavaban en la lavadora junto con cualquier otra ropa sucia, junto con los calzones de padres y hermanos. Nunca junto con los calzones de la madre claro esta. Esos siempre se lavaban a mano. El primer día del sangrado su padre entro en su habitación. Los calzones de Elena limpios pero húmedos en una mano, recién salidos de la lavadora. En la otra mano un cinturón. Ese día comenzó el siempre. Jorge nunca pudo ni meter las manos. Elena alcanzó el apagador y las luces de neón comenzaron a zumbar. Un zumbido de esos que son imperceptibles hasta el momento que desaparecen y entonces te das cuenta que estaba ahí.

Elena se vio en el espejo y sonrió. Jorge seguía sonriendo. Elena abrió la llave del lavabo y se mojó un poco la cara. Se tallo un poco los ojos, parpadeó intensamente y cerro la llave. Hoy va a ser un buen día. Dándole la espalda al espejo descolgó sus bragas de la regadera. Siempre le había gustado la palabra bragas. Le parecía mas limpia que calzones. Abrió la llave del agua caliente y esperó.

Volvió a verse en el espejo. Anoche contempló el mismo rostro y sin embargo hoy creía ver algo distinto. Pero no, se revisó nuevamente y se dio cuenta que era exactamente la misma persona. Recordó que al verse en el espejo durante la noche deseaba poder verse a la mañana como una persona diferente. Nada. La imagen en el espejo, invertida como la foto sobre el buró, comenzó a empañarse. La habitación estaba llena de vapor de agua. Elena se acercó nuevamente a la regadera y abrió el agua fría. Reguló la temperatura del agua y se metió.

Antes de meterse de lleno bajo el chorro del agua se quitó las bragas del día anterior. Las bragas manchadas de semen seco en su cara interior se mojaron de manera irregular. La tela debajo del semen tardo en humedecerse mas que el resto. Elena tomó el jabón y comenzó a tallar las bragas. La mancha se fue disolviendo bajo el embate del agua caliente y finalmente los calzones quedaron limpios. Justo pensó en la palabra calzones al terminar de lavar su ropa interior. Calzones sucios.

Una vez decorada la regadera con el nuevo par de bragas Elena continuo con el ritual. Mojarse el pelo de espaldas a la regadera. Tomar un poco de shampoo y tallar. Evitar el chorro sobre el pelo enjabonado. ¿Se puede decir pelo enshampoozado o es un absurdo? El lenguaje y la realidad no siempre se coordinan adecuadamente. Elena toma el jabón y se talla el brazo izquierdo, debajo de la axila, cambio de mano, brazo derecho, axila derecha, cambio de mano, tórax, que incomodas son este par de tetas, abdomen, pierna izquierda, levantar el pie, cuidado de no caer, pierna derecha, levantar el pie, cuidado de no caer, la gran mayoría de los accidentes en una casa se dan en el baño, resbalar y quedar paralítico para el siempre, otro siempre que no siempre hubiera sido siempre. Hacer un poco de espuma con el vello púbico. Tallar la entrepierna. No, tallar los labios mayores, siempre le ha divertido la idea de tener tres juegos de labios. Regresar bajo el chorro de la regadera Enjuagarse. Ir quitando el jabón, nuevamente la misma rutina. Tallar el brazo izquierdo, debajo de la axila, cambio de mano, brazo derecho, axila derecha, cambio de mano, tórax, que incomodas son este par de tetas, abdomen, pierna izquierda, levantar el pie, cuidado de no caer, pierna derecha, levantar el pie, cuidado de no caer, la gran mayoría de los accidentes en una casa se dan en el baño, resbalar y quedar paralítico para el siempre, otro siempre que no siempre hubiera sido siempre. Enjuagar la entrepierna. El dolor y el placer. El dolor anoche, el placer ahora. Dispareunia le había explicado su ginecólogo, el nombre que se le da al coito doloroso. Dolor durante la penetración. Dolor en lugar de placer.

Pero el verdadero dolor no era el físico, el verdadero dolor era Jorge. Intentar tocar el tema con Jorge. La arena en el traje de baño. Su primera noche juntos. La piel irritada. El rubor posterior al contacto con sus senos la excitaba. Salió de la regadera desnuda, se acerco a Jorge y lo abrazo por la espalda besándole la oreja. Le besó el cuello y nuevamente regresó a la oreja. Estoy lista. Lista después de un año de noviazgo, lista después de luchar contra sus demonios. Lista después de olvidarse del cinturón. Lista para Jorge. Lista gracias a Jorge. Lista por Jorge. La playera Polo de Jorge lastimaba levemente la piel irritada. Dolor y placer. Jorge la tendió en la cama bruscamente. Se podía oler la ansiedad. Era un olor agrio. Jorge se quitó las bermudas y los boxers. Jorge no se metía al mar, por eso ni siquiera llevaba traje de baño al viaje. Con la playera Polo aun puesta se abalanzó sobre Elena. Le inundo la boca con su lengua, la tela de la playera le irritaba el pecho. La mano derecha de Jorge hizo una pequeña inspección, no fue un jugueteo, no fue una exploración amigable. Fue una inspección, la misma que se realiza en ciertos lugares para verificar si es posible cavar para obtener petróleo del subsuelo. El diagnóstico fue ambiguo. Había humedad pero era imposible saber si debía a la regadera o a la excitación. Pero ahora que lo pensaba, humedad era humedad. Jorge penetró a Elena. El dolor. Elena había oído del dolor de la primera vez, pero nunca lo creyó de tal magnitud, intento safarse, se movió ferozmente debajo de Jorge que continuaba arremetiendo con su lengua. Jorge fue incapaz de controlarse ante tal excitación. Todo el evento duró menos de 2 minutos. Elena se levantó de inmediato, cerro la puerta del baño con ella dentro, se sentó en la taza y lloró en silencio. Cuando salió del baño Jorge estaba dormido. Ya sin la playera y nuevamente con los boxers. Elena se acostó a su lado y se durmió hasta la mañana siguiente. Otro despertar mas para practicar.

El dolor ayer, el placer hoy. Conforme se deshacía del jabón que le quedaba en el vello púbico Elena comenzó a masturbarse. Se había masturbado por primera vez después de platicar con María al respecto de las primeras 10 noches con Jorge. Conforme Jorge perdió el nerviosismo la tortura duraba mas tiempo cada vez. Elena prefería darle sexo oral que tenerlo dentro. El dolor era intolerable. María le preguntó si alguna vez había tenido un orgasmo. Elena contestó que no. María le explicó que era normal sentir dolor las primeras veces, pero que conocer el lado placentero del sexo mejoraba la experiencia un doscientos por ciento. Elena dudaba. María le explicó la técnica. La técnica era simple. Empieza a tocarte por fuera y donde comiences a sentir rico, pues le sigues, vas a ver como cada vez se siente mas rico y cuando tengas un orgasmo sabrás que ya lo tuviste, esa parte no te la tengo que explicar. Elena quería irse, le costaba trabajo seguir viendo a los ojos a María, aunque ella era quien le había comentado el problema a María, no estaba segura de haber querido escuchar esa respuesta. Ese día en la noche la tortura duro 5 minutos. Elena se levantó de la cama sintiéndose apuñalada. El dolor tardó en ceder unos 20 minutos. Regresó a la cama y se durmió. Al despertar, después de lavar sus bragas comenzó a tocarse. Al igual que el día de hoy se sorprendió de lo fácil que era hallar su clítoris. Ahora ya lo conocía por nombre, ya lo tuteaba. Se habían hecho amigos, un año con Jorge habían unido a Elena con su clítoris como nadie lo hubiera imaginado. Elena se tardó mucho menos que la primera vez en alcanzar el orgasmo y salió de la regadera sintiéndose refrescada. El dolor y el placer.

Conforme se vestía Elena recordó nuevamente el dolor, el dolor de Jorge. Un día le comentó que hacer el amor con el dolía. Jorge agradeció el cumplido. Se sintió un hombre grande. Georgina, Beatriz y Margarita sabían que la realidad era muy distinta, Jorge bateaba muy por debajo del promedio, pero se entendía porque jugaba con un bat de ligas menores. Jorge únicamente comentó que el dolor desaparecería con el tiempo. Como si 6 meses no hubiesen sido tiempo suficiente. Sin embargo Elena había aprendido a manejar la situación. El dolor y el placer. El dolor por las noches el placer en la regadera. El ginecólogo que la había revisado no encontró ninguna lesión aparente y de hecho le mencionó a Elena que él creía que el problema era psicológico. Elena había tolerado perfectamente la exploración con el espejo.

Bragas de short, casi una segunda piel. Sensuales, nada que ver con los calzones. Calzones sucios. Pantalón de mezclilla, sin lavar, 3 días consecutivos de uso. Sostén que complementa el juego, top negro. Miércoles, desayuno con María a las ocho, pasar por el auto al hospital e ir al supermercado a las 10, regresar a casa, sacar a pasear a la perra, regresar y cocinar, ir por Jorge para comer en la casa, seguramente querrá dormir una siesta, evitarlo a toda costa. Llevar a Jorge a la clínica en la tarde e ir a comprar la blusa naranja. Esperar que regrese Jorge. Ojalá esté lo suficientemente cansado para que se duerma viendo la tele.

Anoche cuando se vio al espejo, Elena quería amanecer una persona diferente. Hubiera querido amanecer sin tener que recordar el dolor de anoche porque este no había sucedido. Elena deseaba amanecer una persona diferente desde hace un año y medio. Desde hace tres meses el querer despertar como una persona distinta incluía la posibilidad de despertar como una persona que pudiera estar sin Jorge. Esta última posibilidad no le gustaba, de hecho le aborreció el primer día que se le ocurrió. Sin embargo, hoy, tres meses después no parece tan abominable. Quien te quiere te hará sufrir. Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. Una cultura hecha para sufrir. Cristo sufrió la muerte para garantizar nuestra felicidad eterna en el paraíso. ¿Acaso tu no puedes sufrir un poco por la felicidad de Jorge, por tu propia felicidad? ¿Cuánto es suficiente? ¿Por que no desaparece la maldita dispareunia? Hoy va a ser un buen día.

1 comentario:

Laudanum dijo...

"ajendarle" es con ge de gato, o sea... "agendarle".
Ora que ...apendejarle, si es con jota...
usté elija.