13.6.10

Diez para las doce

Todo es artificial pero hace mucho que dejó de importar. Algunas veces al principio era extraño que las cosas tuvieran un sabor diferente al que solían tener, pero poco a poco solo algunos recordaban que el sabor de las papas no había sido siempre el sabor de las hamburguesas.

Tampoco importa mucho que ahora casi nadie sepa que forma tenía una hamburguesa. Por supuesto que todos hemos visto las fotos, pero en las fotos la grasa no te chorrea por entre los dedos, ni se mezcla la salmuera del pepinillo con la mostaza.

Claro que mis quejas son absurdas, ahi estoy yo comprando diario mi sandwich y no matando al puerco verdad.Y si, cuando digo sandwich no hablo de un sandwich en forma, pero eso se entiende. Al menos los que leen esto lo entienden.

El problema mas grave es que nadie puede detenerse a menos que decida excluirse permanentemente del grupo. Es como la antigua fábula aquella que habla del profeta. Se las voy a repetir aqui para que ubiquen bien el problema.

En algún momento hace mucho tiempo un hombre aburrido con lo que tenía que hacer en su granja decidió que quería partir pues estaba seguro que había un mejor lugar en alguna otra parte. Pero no quería irse solo puesto que le gustaba la compañia, y pues se encontraba dividido entre la vehemencia con la que detestaba la granaja, sensación que crecía con cada minuto extra que pasaba en ella, y el miedo de quedarse solo.

En algún momento de la noche del 13 de Junio, si de ahi que hoy sea gran fiesta nacional a pesar de que según esto aqui todos son no creyentes. No importa, en algún momento de la noche del 13 de junio se le ocurrió la solución, simplemente necesitaba convencer a cinco personas, y esas cinco personas a su vez tendrían cinco personas mas que seguramente se unirían al grupo, sobretodo si les prometía que una vez llegando a donde todo iba a ser distinto serían ellos cinco los que decidirían la mejor manera de proceder.

Evidentemente el plan resulto y en un mes el pueblo entero estaba presto a partir. La idea de un lugar mejor terminó por atraer a todo el mundo. La marcha comenzó hacia el oeste. La idea era darle la espalda al sol por la mañana y seguirlo durante las tardes.

La pasar por el siguiente pueblo, uno que se encontraba a un medio día de marcha sucedió que la leyenda del mejor lugar, ese hacia el que se dirigían ya había cobrado vida propia. El maná, la fuente de la eretna juventud, un lugar en donde no hay que trabajar para comer, todo el mundo fue proyectando poco a poco sus deseos en este lugar mítico hacia donde se dirigía la peregrinación.

Y asi, varios pueblos se unieron a la marcha. Finalmente los cinco lideres comenzaron a dudar de si en algún momento encontrarían en lugar prometido, simplemente ya no había manera de que existiera, al menos no uno que tuviera no solo contentos a ellos sino a todos los que ahora los seguían. De hecho intentaron detenerse en varios lugares. Finalmente hemos llegado decían. Pero ya nadie los escuchaba y si había un grupo lo suficientemente grande que pensaba que ahi claramente no se encontraba la tierra de los unicornios pues no había mas remedio que seguir caminando. Ninguno de los cinco quería quedarse fuera del grupo tampoco, y mucho menos perder su condición de lideres. Asi que seguían caminando.

Finalmente en algún momento el profeta tuvo otra idea. Necesitaba teatro, algo que les hiciera darse cuenta que ya habían llegado a donde iban y que ahí todo sería mejor. Ya lo tengo pensó para sus adentros. Cuando nos acerquemos a la siguiente colina comenzaré a correr, diré que finalmente hemos llegado, que me sigan todos y del otro lado de la colina podremos finalmente detenernos.

Pasaron un par de días antes de que el profeta viera una colina que le pareciera adecuada para su propósito, pero finalmente la vió. Y comenzó a correr. Gritaba como loco, poseído por la claridad de su visión, y satisfecho consigo mismo de finalmente lograr su objetivo.

Tras de si una masa amorfa comenzó a darse cuenta de la agitación que sucedía al frente y empezaron a correr detrás del profeta, y pueblos comenzaron a correr detrás de pueblos sin saber muy bien porque, simplemente todos corrían.

Y asi el profeta alcanzó la cima de la colina, que no era una colina sino un despeñadero. Y en cuanto intentó voltear y detener a todos aquellos que lo seguían la inercia de la multitud lo arrastró hacia el precipicio.

Y pues es ahi donde nos encontramos nosotros, en medio de una muchedumbre que no se puede detener. No importa si se pone el sol no importa si la carrera lleva a la tierra prometida o al fondo del abismo, todos tienen que correr so pena de dejar de ser parte del grupo.

¿Gustas otra papa?

1 comentario:

Jo dijo...

ah.. si pero tienes salsa?