12.1.05

Siguiendo con la descripción de esta encantadora ciudad.

El dia de hoy me toco hacer la travesía C.U.-Copilco-Indios Verdes-Cinvestav y de regreso. Este viajecito de 3 horas completas contando media hora que pase en el Cinvestav sirvió para documentar de manera no planeada el nivel de ruido de la ciudad.

La conclusión por adelantado: No Mames que pinche ruidero.

Durante el viaje llevaba yo mis audifonos con el volumen en 20, el volumen que siempre uso, suficiente para escuchar en detalle todo sin que tu vecino tenga que escucharlo también. Al menos en un espacio cerrado de trabajo normal.

Durante el trayecto C.U.-Copilco este volumen fue adecuado para escuchar sin ningun problema las rolas que traía.

En cuanto me subpi al metro en Copilco, toda percepción de la música que seguía tocando al mismo volumen desapareció excepto algunos puntos clímaticos de ciertas canciones. Mi música fue sometida al ruido de los tranes en los vagones y en el punto mas alto del escandalo por los gritos de una mujer que anunciaba los 130 mas grandes exitós de José José con una voz que hubiera podido llenar el Foro Sol ella sola y sin micrófono.

Al bajar en Indios Verdes caminar por la banqueta es imposible, no sólo los pasillos que dejan los ambulantes están diseñados para arrojarte de un puesto al siguiente como bola de pinball, sino que además la altura del puesto promedio me hace imposible caminar bajo los toldos sin sentirme Rocky Balboa prácticando el cabeceo. A este ya de por si difícil tramo hay que agrgarle un nivel de escándalo semejante al de turbina de avión. Cada 5 puestos hay uno de discos pirata que promociona el último exito tropicoso con suficiente intensidad que en una noche silenciosa seguro se oiría hasta el Ajusco.

El trayecto Indios Verdes-Cinvestav, estuvo caracterizado por mi capacidad de oir la música que llevaba a intervalos relativamente pequeños, aun cuando ya le había subido de 20 a 30 a mi aparato, debido a que cada camión que circulaba sobre la avenida Ticoman amortiguaba por completo el sonido que emitian mis audífonos.

Finalmente entre en el Cinvestav y me sente nuevamente en un cuarto silencioso donde el volumen reducido nuevamente a 20 llenaba por completo el espectro auditivo de mi oido.

Recuerdo cuando eso de la contaminación por ruido me parecía una idea mas bien clavada y un poco exagerada, pero no hay nada como apagar la Licuadora para darse cuenta cuanto nos tenía ya hasta el sombrero ese ruido de fondo.

2 comentarios:

grace dijo...

C - O - N - T - A - M - I - N - A - C - I - O - N

Anónimo dijo...

"No Mames que pinche ruidero"
estoy muy orgullosa de que digas las palabras con todas sus letras

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