Después de un fin de semana de reposo absoluto por recomendación del doctor, mi nariz ha dejado de moquear. Sin embargo, Londres parece haberse contagiado. Hoy amaneció brumoso, gris, húmedo. A pesar de ello, la atmosferá no es opresiva, la gente parece brillar cuando se le contrasta con el tono frío del trasfondo. Los vestidos siguen coloridos y las mejillas se tornan rosadas con el descenso de la temperatura.
La vida sigue y el pavimento se moja.
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