Muchos de mis días giran en torno a reflexionar sobre el conocimiento. ¿Cómo se genera? ¿Para qué sirve? ¿Cómo se propaga? etc.
Uno de los puntos claves del conocimiento es que un conocimiento a fondo generalmente produce cierto grado de incertidumbre. La incertidumbre es inescapable. Por ejemplo, imaginemos que tenemos una regla en centímetros y medimos algo. Podremos con certeza únicamente medir las cosas que miden centímetros exactos. Pero para aquellas que miden fracciones de centímetros solo podremos aproximar nuestra medición. Y tendremos que tomar decisiones, si algo mide 55 cm justos podremos decir que mide 55, pero si algo mide 54.9 ¿Definiremos la respuesta como 54 o como 55? El problema escala con todo tipo de medidas, 54.91 y 54.99 tampoco son iguales.
Ahora bien, cada vez que se obtiene una mejor herramienta de medición, las decisiones que se toman de acuerdo a las mediciones cambian. Cuando se tenía una regla en centímetros las tolerancias eran en centímetros, cuando se tiene una regla en milímiteros las tolerancias cambian y ahora serán en milímetros. Juzgar el pasado, donde las tolerancias se permitían en centímetros a la luz de las nuevas herramientas es a la vez tramposo, y difícil de ignorar. Sin embargo, es quizá peor gritar que las cosas funcionaban con centímetros y que hacer las cosas en milímetros solo nos complica la existencia y entonces refutar por siempre la existencia del milímetro.
Parte del problema con lo expuesto con anterioridad es que no forma parte de nuestro curriculum educativo, el entender como cambia el conocimiento, como existe la incertidumbre y como estar siempre dispuesto a sopesar nueva evidencia para saber como afecta al día a día.
¿Por qué está esto presente en mi mente? Porque el conocimiento sobre el coronavirus se encuentra en una fase de cambio y acumulación de conocimiento, donde las incertidumbres del pasado son distintas a las del presente y las del presente serán distintas a las del futuro. Uno de los puntos clave sobre esto es por ejemplo la diferencia entre el contagio por estornudo contra el contagio por respiración normal. Cuando se piensa que la gente es contagiosa cuando estornuda alejarse de los que estornudan es lo correcto y el uso de cubrebocas pudiera no ser correcto pues daría una falsa sensación de seguridad. Cuando se piensa que la gente es contagiosa solo por respirar (emitir mientras respira o habla) las partículas entonces el uso del cubrebocas toma una dimensión distinta pues la protección continua es mucho más importante.
Es cierto que en el pasado el uso del cubrebocas parecía equivocado, el conocimiento ha cambiado y sugiere que su uso será benéfico. Juzgar el pasado a la luz del conocimiento presente para manifestar superioridad moral está mal, aferrarse al conocimiento del pasado está mal. Hay que aprender a adecuarse a los cambios en el conocimiento y a los cambios en las incertidumbres.