23.8.09

Domingo por la noche

Ideas e ideas. Planean dentro de la mente, planes, cosas, divagaciones. Pero todas con cierta dirección, la de hacer. Pero eso no importa, mas allá de las ideas y de la manera en que se empujan una a la otra con la intención de materializarse lo que quiero ahora es otro ejercicio. Todo son las horas nalga.

Imaginemos una escena simple, un árbol en un campo. Ahora platicame de el árbol que viste en ti, en tu mente. ¿Tiene hojas o no las tiene? ¿Verdes o amarillas?. No sé como es tu árbol, y por lo tanto no estoy seguro que estés mentalmente bajo el mismo árbol que yo estoy en este momento. Y es importante que estemos bajo el mismo árbol, de otro modo la historia no puede continuar, asi que deja te platico como es este árbol y veamos si logro que llegues hasta aqui.

Dependiendo de donde estés parado el árbol se va a ver un poco diferente, si te le aproximas desde el este probablemente lo veas delgado, con ramas que prácticamente tocan el suelo, de hecho las ramas que tocan el suelo son evidentes casi desde cualquier ángulo, bueno, si le das tu espalda a la cara norte del árbol y miras la copa, entonces no verías las ramas que tocan el suelo, pero para eso todavía falta, tienes que llegar hasta aqui primero, asi que sigamos. Hay una vereda que conduce hasta el árbol, baja desde la carretera, y pasa por el río, hay un tronco caido que hace mas fácil cruzar. Desde ahi ya es fácil llegar, vas a reconocer el árbol porque durante las últimas horas del día, cuando el sol lo ilumina con la tenue y roja manta del atardecer, las hojas parecen cambiar de color. Espero que cuando llegues este haciendo algo de aire porque ello hace mas relevante el efecto, pero de cualquier modo es importante que llegues al atardecer.

Debajo del árbol hay una silla, vieja y desgastada, de madera. Alguna vez estuvo pintada de verde, pero ahora solo quedan algunas astillas de color en la parde de abajo del asiento.

Una vez que llegues hasta ahi sientate. Yo sé que la silla parece incomoda, pero no dejes que tus prejuicios te detengan, vale la pena que te sientes. Eso si, no la muevas, te vas a sentar y lo primero que vas a notar es que se mueve, las patas no están balanceadas. No intentes moverla, por favor, es importante. Mecete en la silla, cambia tu peso de adelante hacia atrás, mecete. Ahora cierra los ojos. Solo un instante, no se necesita mas. ¿Oiste? El aire entre las ramas. No tienes que ponerle mucha atención, a partir del momento en que cerraste los ojos el sonido te invade. Es parte de la atmósfera.

Estas sentado, bajo un árbol al atardecer escuchando el aire que mueve las hojas. Una de ellas, en la punta de una rama se agita. Sube y baja con el aire, lucha por mantenerse unida a la rama. Se retuerce con el viento, te recuerda la sensación de sacar la mano por la ventana del aire a gran velocidad. Imaginas a la hoja como tu mano. Y la hoja se desprende y se aleja haciendo piruetas. Volteas a ver tu mano, sigue ahi, pero se siente distinta. Detrás de ti el árbol rechina, no son las hojas ni el viento, es el árbol el que se mueve y cruje.

El musgo sobre el tronco, verde, brillante, húmedo te invita a tocarlo, ya has tocado el musgo antes pero este te extiende una nueva invitación y no puedes decir que no, necesitas saber que el mundo sigue siendo ese del que te enamoraste, ese lleno de texturas y temperaturas. El musgo se siente fresco, retiras la mano y huele a tierra mojada, el aroma del campo cuando acaba de llover.

Gracias por venir hasta el árbol, espero que no te haya sido muy difícil llegar. Vuelve siempre que quieras.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Qué lindo momento!, por un instante te imaginé espiándome :)

Alesi Garcia dijo...

Que linda sensación tuve, estoy en la oficina y no sabes cuanto se agradecen estos momentos.

Gracias, sin duda regresaré.