Hace como seis meses llegó a mi buzón de hotmail (si, tengo una cuenta en hotmail que todavía recibe mails) un boletín de ofertas de trabajo. Dicho boletín es bastante especializado, pero aún así, en casi seis años de estarlo recibiendo no había habido más que un puesto semejante a lo que estaba buscando, pero siempre era bueno tenerlo por ahi en caso de que algún día se presentara una oportunidad.
Y apareció la oportunidad, no se si calva, pero se abría un puesto parecido a lo que yo quería, de hecho como si lo hubieran mandado hacer para mi. El único punto, en una ciudad lejana a aquella donde mi vida se perfilaba bastante tranquila. Decidí, que dado que parecía hecho a mi medida era prudente escribir y preguntar. Y escribí y pregunté. Y me contestaron y me invitaron a una entrevista. Y sorprendido por tan pronta respuesta decidí explorar un poco más.
Pero explorar lugares distantes implica abandonar los previos, una vida errante. Hasta la fecha he vivido en seis pueblos distintos, en cuatro países diferentes, donde se hablan 3 lenguas mutuamente excluyentes, y en dos continentes. Así que emprender la mudanza nuevamente ya no estaba del todo en mis planes. Mi idea era ir a explorar el territorio y decir que no, declinar amablemente la oportunidad.
Pero es muy difícil decirle que no a aquello que has deseado mucho tiempo. Y en la visita a la ciudad lejana el potencial me ganó. Mi firme desición de declinar amablemente se devaneció al ver, más que otra cosa, potencial. Potencial para poner en actos lo que las palabras y los pensamientos desean.
Afortunadamente la desición se tornó más simple gracias al apoyo de la familia, tanto la vieja como la nueva. La que está dispuesta a conocer ciudades distantes y explorar mundos distintos.
Es así que me encuentro ahora en el séptimo pueblo, con un futuro lleno de sorpresas y espacio para vivir.
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