Finalmente hoy en la mañana cuando venía rumbo a mi chamba pasé por la tienda que podría tener el sillón de lectura que yo quería y decidí detenerme a preguntar. Lo tenían ahi en display pero no estaba en stock. Sin embargo, me dio tiempo de sentarme en el y convencerme instantaneamente que era justo lo que estaba buscando, por lo que decidí lanzarme a la tienda que está en Niza para comprarlo.
Llegue a la tienda sin mayor conflicto, un mapa en la red puede maravillas y el trámite no tuvo mayor percance, pero, siempre hay un pero, había que ir a recoger el sillón a la bodega, que como toda bodega que se respete, estaba hasta casa del 5to patio.
Armado con un mapa casi tan pitero como el de cualquier trayecto iglesia-recepción, pareciera que la idea es que vayan a la misa pero no a tragar, me lanzo a la busqueda de la mítica bodega. Para hacerla de emoción, el tanque de gasolina solo tenía lo justo para el trayecto, asi que perderse a lo pendejo requeriría detenerse en una gasolinera, cosa que no me inspiraba mucho, sobretodo porque uno nunca sabe cual va a ser la última gasolinera que uno ve. El caso es que las calles de niza, como las de cualquier lugar en el mundo, no tienen nombre en cada esquina, sino que están colocadas de acuerdo con una función compleja que involucra el grado de fama del muerto y el volumen del tráfico que manejan. De tal modo que me tuve que detener a preguntarles a unas mujeres policia para preguntar. Resulta que ya estaba yo sobre la calle correcta. (Nota al margen, las mujeres policias a diferencia de las mexicanas si estaban potables)
Una vez sobre la calle correcta, el mapa decía todo derecho. Nada del puente, nada de las curvas salvajes, nada de la dirección general del destino final, nada. La pura aventura. Por supuesto el paisaje se va convirtiendo cada vez en mas y mas pinche hasta que finalmente se ve un letrero (fuera de epoca con indicaciónes erroneas) de la supuesta bodega que indica vuelta a la derecha en la primera, afortunadamente el mapa mencionaba este letrero y clarificaba que estaba mal. Asi que no andaba yo tan perdido. Finalmente llegue a la bodega, me dieron mi caja, regresé todo el trayecto con el ojo en la aguja de la gasolina (tengo que cargar ahora que me vaya del labo), y en este momento la silla espera en la cajuela a que llegue yo a casa para armarla y finalmente tener un lugar donde poder leer.
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